El martes abrimos la puerta a un nuevo curso. Subimos persianas, entró la luz y por fin nos pudimos ver la cara después de tanto tiempo. Un poco extraño esto de volvernos a ver con mascarilla, pero tuvimos la misma ilusión de cada septiembre; mes de reencuentros, de nervios por conocer a los profes, de ganas de enseñar la mochila nueva o de estrenar zapatillas. Este curso nuestra mirada cobra mayor importancia, nuestros ojos serán muchas veces nuestra voz.
4 días han sido suficientes para, que los alumnos se adaptaran, comprendieran y asimilaran algunas normas nuevas dentro del funcionamiento del centro. Distancia de seguridad, mascarilla, lavado de manos y aulas burbuja.
Para entender mejor la importancia del lavado de manos, el martes hicimos un experimento. En un plato con agua echamos pimienta. La pimienta era un virus y vimos como se extendía a sus anchas por todo el plato. Cuando metimos el dedo dentro, nos infectamos. Al poner una gotita de jabón desengrasante en nuestro dedo y sumergirlo en el plato, observamos cómo los virus escapaban. Fue entonces cuando comprendimos que el jabón es un gran enemigo del coronavirus.
Otra de las nuevas normas este año fue la de comer el aperitivo dentro del aula. Es un momento de relax, recogemos la mesa, lavamos nuestras manos y disfrutamos del tentempié (incluída la maestra), mientras charlamos tranquilamente. Después recogemos y nos vamos al recreo.
El viernes apareció la lluvia, nos quedamos sin patio pero tuvimos cine.
Temino esta entrada felicitando a todos mis alumnos. Son sin duda un gran ejemplo para muchos adultos.
Buen finde mis súper héroes, nos vemos el lunes!!!